La Asamblea Legislativa de Bolivia enfrenta fisuras y conflictos internos que han llevado a la parálisis legislativa, violencia y una crisis de gobernabilidad. La ruptura en el Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido gobernante, se evidencia desde 2022, con divisiones entre el presidente Luis Arce y el líder del partido, Evo Morales.

En Comunidad Ciudadana (CC), principal fuerza opositora, la disidencia se atribuye a la «mala conducción» de Carlos Mesa, generando divisiones y cuestionamientos en la alianza. La coalición Creemos, liderada por Luis Fernando Camacho, también enfrenta crisis de origen y de gestión, con falta de liderazgo y divisiones internas.
Las divisiones internas en el MAS se intensificaron en 2022, marcando fisuras en la estructura social, legislativa y militancia. La disidencia se atribuye a la gestión de Arce y tensiones entre éste y Morales, quien mostró distancia y criticó la gestión presidencial.
En CC, la «mala conducción» de Mesa llevó a disidencias, cuestionamientos y divisiones en la alianza opositora. Creemos enfrenta una crisis de origen desde su conformación en 2019, con el fracaso de la candidatura de Camacho y Pumari. Además, falta de liderazgo y divisiones internas debilitan la coalición.
La parálisis legislativa se refleja en la Asamblea, donde conflictos y bochornos obstaculizan el avance de leyes, como los proyectos de créditos para infraestructuras y salud.
La violencia y descontento interno afectan la estabilidad política y generan una crisis de gobernabilidad. Las divisiones en las tres principales fuerzas políticas ponen en riesgo la capacidad de la Asamblea para abordar los desafíos del país y contribuyen a la postergación de las elecciones judiciales en 2023.
Vía: La Razón